ALBAN BERG

El pasado 9 de febrero se cumplieron 132 años del nacimiento de Alban Berg. Sirva esta excusa para reproducir en este blog el artículo que escribí en 1985 con ocasión de los cincuenta años de la muerte del compositor y, cosas de la simetría vital o de la coincidencia de los números, de los cien transcurridos desde su nacimiento. El artículo, titulado entonces “Alban Berg. In Memoriam” se publicó, traducido al catalán, en la Revista Musical Catalana en febrero de 1985.

Juan José Olives
Sant Cugat del Vallés, febrero de 2017

ALBAN BERG

Un intenso lirismo unido a una propensión natural hacia lo dramático y un infalible sentido (o mejor sentimiento) de las proposiciones formales son las dos esenciales características del estilo de Alban Berg. La primera surge espontáneamente de su ser íntimo y de su poderoso mundo subjetivo. La segunda canaliza las incontroladas manifestaciones de su expresividad y actúa modo de contención intelectual que a duras penas detiene una emoción desbordante. Nada más adecuado para cumplir con los requisitos de la estética expresionista: la necesidad de volcar hacia fuera el cúmulo de impulsos emocionales que permanecen latentes, pero inquietos, en lo más recóndito del subconsciente. Para transmitirlos hay que ordenar, cribar, seleccionar, darles la forma que en sí mismos no poseen, evitar su mutuo atropello y dirigirlos hacia la claridad de la apariencia artística. Es la obediencia a las leyes de la naturaleza interior, que hqdefaultdiría Schönberg; el acceso a la belleza interior que “naturalmente parece fea”, de Kandinsky (V. Kandinsky, De lo espiritual en el arte). Es la más condicionada de las libertades, aquella que ilusoriamente creemos dominar pero que se escapa a nuestra consciencia ávida de razón, en cuanto intentamos apoderarnos de su desorden. A veces se diluye y generalmente se resiste a las manipulaciones de nuestra inteligencia. Es la constatación de su manifiesta informidad avanzando en el círculo de lo que, una y otra vez, retorna. Leer más